Colaboración de Juan María Naveja
Habrá quien diga que es leyenda urbana, el caso es que la clausura de pequeños negocios en la Ciudad de México bajo cualquier pretexto está en aumento. Hay quienes dicen que es con afán recaudatorio, pero otros, los más, advierten que simplemente se trata de corrupción de los inspectores que les cierran las puertas con cualquier pretexto.
No deja de ser irónico que en una ciudad donde abundan los negocios fuera de la ley le caiga la guadaña a quienes están establecidos, a los que generan fuentes de empleos, pagan impuestos y dan servicios, mientras a ojos vistas se tolera al comercio irregular, a los taxistas pirata, talleres contaminantes en vía pública, transporte público fuera de norma, asentamientos irregulares y muchos más.
Es indignante cómo esa banda de atracadores de las grúas levantan vehículos en las afueras de algunos negocios y se hacen de la vista gorda con la invasión de vías primarias, son innumerables los ejes viales invadidos, un ejemplo toda la zona de Tepito, ahí no hay ley ni fuerza pública, claro, le tienen pánico a los invasores.
Por eso no deja de ser desesperante que a quienes tratan de trabajar en la legalidad le caigan todas las observaciones, eso ha llevado a que muchos comerciantes jueguen en dos bandas: uno bien establecido y otro (s) en la informalidad.
Y no se trata de promover un sistema laxo y permisivo, por el contrario, pero mientras exista total complacencia para los irregulares no se puede ser exigente con los cumplidos.
Entre los comentarios que se escuchan está que en protección civil del gobierno capitalino lo peor que se puede hacer es pedir información porque se convierte en el banderazo de salida de los inspectores que se lanzan con todo a multar bajo cualquier motivo; de nuevo, es absurdo en una ciudad donde abundan las bombas de tiempo, por ejemplo los tianguis, puestos de comida, juegos mecánicos y muchos más.
¿Se ha puesto a pensar lo que siente un mecánico que paga la renta de un local, sus impuestos, compra sus equipos, trata de dar un servicio eficiente a sus clientes y al mismo tiempo observa la complacencia para los cientos de talleres mecánicos al aire libre que igual laminan, pintan que hacen reparaciones, sin pagar renta, ni impuestos?
Y luego vienen las propinas obligatorias, el establecido, además de las contribuciones tiene que darle su gratificación a la patrulla, al recolector de basura, a los viene viene, mordidas a inspectores y para el colmo las cuotas a la Cámara de Comercio que les da una calcomanía que no sirve para nada.
Por más que en los últimos 25 años ha sido creciente la instalación de grandes industrias, México es un país en el que predomina la micro, pequeña y mediana empresa; es su principal vocacionamiento, lamentablemente no se ha sabido hacerlo una fortaleza económica.
Así, que nadie se extrañe de que la informalidad sea la preferida.
Ya perdimos al Inegi
Lamentable, por decir lo menos, el manoseo de las cifras de la pobreza por parte del Inegi con la complacencia del gobierno federal. Es el problema cuando se quiere hacer política a costa de los órganos ciudadanos. Oportuna, la reacción del secretario ejecutivo del Coneval. Penoso, construir con mentiras una candidatura presidencial y más a costa de los más pobres.